El relato soñado. Arthur Schnitzler (1926)


“Sin embargo, de la charla ligera sobre las insignificantes aventuras de la noche pasada pasaron a una conversación seria sobre los deseos escondidos y apenas sospechados que hasta en el alma más pura y clara pueden provocar turbios y peligrosos remolinos, y hablaron de aquellas regiones misteriosas por las que apenas sentían añoranza, pero a las que el viento incomprensible del destino podía llevarlos algún día, aunque sólo fuera en sueños…”

Dicen algunos “trovadores” que el amor que no muere, mata. Menuda chorrada; como tantas otras frases “célebres” que ofrece el “cancionero” popular. ¡Qué va a matar!... los bichos malos nunca mueren… Y nosotros, los humanos somos unos bichos bastante “peculiares”, que no malos. O sí… si por malo entendemos raro, oscuro y algo perverso. Son muchas, demasiadas cosas las que nos acercan al averno. O al abismo. O a las tinieblas. Estamos, literalmente cagados de miedo. ¿Por qué? pues no me lo pregunten ustedes a mí. Ni puñetera idea. Sólo les puedo decir que en mi caso particular, estas oscuras perversiones son fruto del más puro anhelo. ¿De qué?, de todo lo que no tengo. Y a ver quien es el guapo aquí que se atreve a afirmar que no desea nada. Porque, por supuesto, no me refiero a dinero, posición, amores y amantes, la compañía de las musas… Me refiero a algo más “ambiguo”, más etéreo, pero que hace tanto daño como la niebla que cae lentamente y traspasa nuestros huesos. Es un daño eterno. Es vida y es muerte. Añadiré, un tanto sobrada, que creo que una soy de las personas que menos desean en este mundo… Si por deseos entiendo, los que la mayoría sienten. Sin embargo, sufro de ese constante, continuo y machacón apetito. Y no me sirve el bocata de mortadela. No. Probablemente me parezco a todos ustedes. Mis deseos son sólo míos, y los más importantes. Qué leches.

La obra de Arthur Schnitzler “Relato Soñado” (1923) introduce el “monólogo interior”. Y, bueno, hay monólogos y monólogos. Digamos que este “me” encaja. Me gusta cómo se acentúa en el texto de Schnitzler (o quizás en mi imaginario particular), la frase que he subrayado “regiones misteriosas por las que apenas sentían añoranza”. Ya. Apenas…

También me gusta un pensamiento de Fridolin respecto a Marianne (que va a casarse con su prometido Roediger, pero que está enamorada hasta las trancas de Fridolin), dice así: “Marianne tendría mejor aspecto si fuera su amante” (se refiere a Roediger)… Ja, ja, y rejá

“No quiero irme de aquí”, dice Marianne. “Aunque no vuelva usted nunca, aunque no pueda verlo jamás; quiero vivir cerca de usted… Fridolin rodeó a Marianne con sus brazos pero manteniéndola al mismo tiempo algo alejada y, casi involuntariamente, le dio un beso en la frente, lo que a él mismo le pareció un tanto ridículo. Recordó fugazmente una novela que había leído hace años y en la que un hombre muy joven, casi un muchacho, era seducido y, realmente, violado junto al lecho de muerte de su madre, por una amiga de ella. En este mismo instante, sin saber por qué, tuvo que pensar en su propia mujer…”

Lo dicho. Se está haciendo caca.

El texto está lleno de “momentos espectralmente irreales, máscaras y luces inciertas”. Fridolin llega a sentir que todo es un sueño, hasta su propia “vida” con su encantadora mujer y su niñita. No quiere volver a casa. Sed. Apetito. Vértigo… y vuelta a casa. En estos momentos pensaba Fridolin en el muerto que acababa de dejar (el padre de Marianne), “aquel cuerpo delgado tendido bajo la parda manta de franela, la descomposición y desintegración, siguiendo leyes eternas, habrían comenzado ya su obra”… Curiosa conexión, ja, ja y reja… “Y se alegró de vivir aún, de que, según todas las probabilidades, todas aquellas cosas horribles estuvieran aún tan lejos de él; sí, de estar todavía en plena juventud, tener una mujer encantadora y atractiva y poder disponer además, si se le antojaba, de una o varias mujeres más…”

Durante su paseo nocturno, Fridolin atraviesa callejuelas donde las prostitutas se venden a cualquier postor, tiene un incidente con unos estudiantes… Se asusta. Instantes después imagina a Albertine (su mujer), profundamente dormida y todo se vuelve a transformar en un espectro, los sucesos que esta viviendo y su propia “vida”… “Y esa sensación, aunque lo hacía estremecerse un poco, era al mismo tiempo algo tranquilizador que parecía liberarlo de toda responsabilidad, incluso de toda relación humana”… Bien Fridolin, bien…

Esa noche Fridolin se pierde voluntariamente tras la confesión de Albertine, y “se aleja cada vez más de la esfera habitual de su existencia hacia otro mundo distinto, lejano y extraño…” Es la primera vez… ya se acostumbrará.

Sentirá el ansia rozándole los poros, dispuesta a reventarle la carne y al mismo tiempo el miedo, la máscara, el muro inmutable arrojándole al suplicio… el mismo de Sísifo en el infierno. Una y otra vez…

“Al terminar su consulta, fue a ver otra vez, como acostumbraba, a su mujer y a su hija, y comprobó, no sin satisfacción, que Albertine tenía visita de su madre y la pequeña estudiaba francés con su institutriz. Y sólo en la escalera volvió a cobrar conciencia de que todo aquel orden, toda aquella armonía, toda aquella seguridad de su existencia no eran más que apariencia y mentira”.

Fridolin vuelve a “visitar” a Marianne… y finalmente se va, pero piensa en volver, aunque esto resultaría muy ridículo. “Y ahora qué, ¿ir a casa?, ¡y a dónde si no! Y mañana qué y cómo… Se sintió torpe, desvalido, todo se le escurría entre los dedos; todo se volvía irreal, incluso su casa, su mujer, su hija, su profesión, sí, él mismo, mientras seguía recorriendo mecánicamente las calles vespertinas, dejando vagar sus pensamientos. En el reloj de la torre del ayuntamiento dieron las siete y media. Por lo demás, le era indiferente la hora que era; tenía tiempo de sobra. Nada, nadie le importaba. Sentía una ligera compasión de sí mismo. Muy fugazmente, no como un propósito, le vino a la cabeza la idea de hacerse llevar a cualquier estación, marcharse, a donde fuera, desaparecer para todos los que lo conocían, reaparecer en alguna parte del extranjero y comenzar una nueva vida como un hombre nuevo, distinto”…

Stanley Kubrick realizó en 1999 (año de su muerte) “Eyes Wide Shut” basándose en la obra de Schnitzler. La película “clava” el texto, con algunos matices…, de los que hablaré en un futuro (quizás mañana o pasado) si me apetece. De ambas obras, la de Kubrick y la de Schnitzler (como de tantas otras) se han dicho y se dicen burradas. Solamente hay que investigar en la red.

Podemos leer cosas como:
- Una obra para fantasiosos un poco depravados.
- Sólo deseo que las películas que me esperan sean gozosamente carnales, que pongan cachonda a mi anatomía mediante sentido del erotismo y talento para expresarlo (palabras del “sobrao” Carlos Boyero en su comentario tras la visión del film en el festival de Venecia).
- Cine insólito, desasosegante, sensual, audaz, más que bueno. (El mismo Carlos Boyero).
- Cómo se parece el amor a todo su relato. Estoy de acuerdo, con matices…
- Si tu chica ha construido un relato en el que hay otro, a ver dónde estás tú. Estupenda y ligeramente torpe frase que me he encontrado por ahí en un blog, creo. Cañí, cañí.
- Lo que es, para el amor y para la narración, es todo aquello que es posible. Hay gente que cree que lo real es lo que pasa. Pues no, ya ves. Real es lo que es posible que pase.

Esta última me ha gustado…

En fin. El relato soñado me parece un “diario” de “mi” consciencia. Mitad Fridolin, mitad Albertine (de la que no he hablado, pero quizás lo haga cuando hable de la peli, si es que hablo). Tan, tan, tan, real como la vida misma. Por eso me sorprende enormemente que lo tachen de insólito, extraño, audaz… En fin. A mí lo que me dejó pasmada tras la visión de Eyes Wide Shut fue tanta “realidad”. La novela es igualmente real. Solo que “su” final, me gusta bastante más que el de la película. Ya veremos si digo por qué…

Si decido decirlo, ja, ja… pondré un Spoiler de esos.

Comentarios

No olvides que caben muchas posibilidades de que la película quedara inacabada; no obstante, el final nos remite al siguiente proyecto de Kubrick: IA, que, a su vez, supone enfrentarse a lo más "específico" de la naturaleza humana: la conciencia de uno mismo, el carácter meramente instrumental como seres "destinados" (obligados, condenados) a perpetuar la vida... Y, desde ahí, se me ocurre preguntar si el sexo es una posibilidad para la libertad humana o una imposición natural... Qué chorrada, ¿verdad?
Anónimo ha dicho que…
La búsqueda de esa respuesta llevaría a un análisis sobre el “libre albedrío”, lo cual resulta, cuanto menos, un coñazo.

Ya sabes como pienso al respecto. Monod al poder. Máquinas, no más. Eso sí... máquinas maravillosas. O sea, la respuesta es que el sexo es una imposición natural. Lo que ocurre es que, como dijo Valery, nos hemos refinado muchísimo. Imaginemos a los hombres hambrientos de los que habla Clark al principio de 2001... Cuando el hambre ya no es un problema, podemos empezar a pensar... Y ahora, una elipsis “Tiremos el menú del día, una pierna sangrienta de Leopardo al aire y.... puf!!!! Se transforma en un cocido deconstruido de Ferrán Adriá! :-)
¿Refinamiento? Ja, ja, ja. A mi me sigue gustando el cordero asado al ancestral modo: agua, un poco de sal, unas gotitas de aceite (o sebo) y al horno... Lo importante es que sea lechal... si te gusta la carne tierna o pascual, si te gusta con un poco más de enjundia. ¿A qué refinamiento te refieres...?
Anónimo ha dicho que…
Si, refinamiento. Te gusta el cordero asado bla, bla… pero no te comes las vísceras de una pieza recién cazada. En tu blog hablas de las personas que no frenan sus deseos ante el respeto debido a los demás. Frenar… Nacemos, y con los años aprendemos a controlar, nos refinamos, frenamos, y algunos transforman este freno en una “actitud” un “gusto elitista”… También llevamos muchos años de evolución, así que algo va contenido en los genes. El refinamiento puede llegar a Fedrán Adriá o a Mónica Belucci. A algunos amiguetes míos que todavía viven en la aldea en que nacieron para llevar a los rebaños, les sirve con una oveja. Y he oído casos de un agujero en un poste de la luz… Por supuesto les sirve casi cualquier mujer. Pero ante la Belucci vs cualquier otra, elegirían. Aunque luego el acto sexual resulte una mierda con la Belucci y una fiesta con la otra. Eso, por desgracia, no lo sabrán.

Lanzas una pregunta ¿es el sexo una posibilidad para la libertad o una imposición? Pues mira, siendo un poco perversa te diría que esclaviza más al hombre y libera más a la mujer ja, ja… Pero la perversidad no tiene consistencia real, se evapora como el aire… Nosotras somos mucho más creativas ya que la imaginería, el sueño, el cuento y el mito se apoderan con facilidad de nuestras mentes y manipulan nuestros deseos. Los hombres también tienen sus “delirios” particulares, sus fantasías. Quizá, analizándolo fríamente, ambas fantasías sean igualmente tiranas.

No creo que seamos libres. Ni unos ni otros. Los hombres no son libres. Tienen cierto margen de libertad, un sueño solamente. Nada más.

Respecto a la imaginación durante el acto sexual solamente responden, la mayoría, a un teatro o adaptación de sus fantasías particulares. Con los consecuentes batacazos. Rara vez sucede que dos cuerpos se “olisqueen” y se “interpreten”, como se interpreta una pieza musical… Se repitan, averigüen cosas nuevas, se den el tiempo suficiente. Primero uno debe aprender a sacar de su cuerpo todo lo que puede. Después hay que aprender a hacerlo entre dos… compartir, despojarse de las caretas. Un “trabajo” igual que cualquier otro. O no, un trabajo para el cual las caretas van muy mal

Precisamente en el relato soñado, no en la película, pone todo este tema en suspenso. No son los celos de Fridolin. No. Es algo mucho más importante y profundo. La película, por desgracia, solamente se queda en el tema de los celos (se que no sólo se queda en esto en profundidad, pero la mayoría no lo captan). Ella es la mala. Todo el mundo decía eso al ver la peli. Menuda Zorra. Sin embargo en el texto tenemos la escena de la playa (donde él se cruza con la niña y pasa lo que pasa…). Tenemos las mismas cartas para empezar a jugar. Y el sueño de ella (que en la peli apenas tiene importancia) donde el está a punto de ser ajusticiado. Posteriormente su aventura nocturna (real en el libro y no tan real en la peli, o quizás da igual que sea real o no) parece el mito de Sísifo. Tal cual. De aquí se puede sacar que el matrimonio es una condena, el amor es una condena, el deseo es una condena…

Lo mejor es la amistad. Como en “El banquete” de Platón. Ja, ja…

Por cierto, me refiero al refinamiento del que habla Valery en uno de los capítulos de las piezas sobre arte llamado "El infinito estético"... El no lo llama refinamiento, lo llama "el orden de lo estético"... Y no me toques con el tema de Valery. Ya sabes que no me apoyo en textos, pero me viene bien para explicarme.

Besote.

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