Y el mundo marcha (The Crowd), King Vidor 1925.


Si tuviéramos que elegir las 10 mejores películas de la historia del cine pondríamos, por ejemplo: El Padrino, Casablanca, Ciudadano Kane, Blade Runner, La naranja mecánica, Lo que el viento se llevó, Pulp Fiction, De aquí a la eternidad, 2001 Una odisea en el espacio, La dolce vita, Lawrence de Arabia, Star Wars, El graduado, Apocalipse Now

No, hijos, no… Tendríamos, indudablemente, que incluir: Eva al desnudo (1950) J. L. Mankiewicz, Sunrise (1927) F. W. Murnau, Vértigo (1958) Hitchcock, La regla del juego (1939) Jean Renoir, El acorazado Potemkin (1925) Sergei M. Eisenstein, 8 1/2 (1963) Federico Fellini, Cantando bajo la lluvia (1952) Gene Kelly y Stanley Donen, Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (1964) Stanley Kubrick, El ladrón de bicicletas (1948) de Vittorio De Sica, Una partida de campo (1936) Jean Renoir, Y el mundo marcha (1928) King Vidor

De esta quiero hablar hoy porque, digámoslo tal cual, creo que Revolutionary road es un calco absoluto. Si, la película está basada en la novela de Richard Yates publicada allá por el 61. Ok, pues Yates ha plagiado el film de King Vidor. Pero bueno, poca info hay sobre algo tan antiguo así que ¿qué más dará?

Mi intención es dirigirme a Sims, el protagonista de Y el mundo marcha.

Querido Sims, las cosas han cambiado. El mundo sigue marchando y la ciudad sigue sin detenerse por un niño enfermo, pero algo hemos avanzado y los que no somos nadie vivimos mejor. Al menos, disponemos de un mercado creado por “Mad Mens” que apoya firmemente… confía, en nuestra diferencia y, al mismo tiempo, en nuestra uniformidad. Así de mágico es todo. Somos números y, al mismo tiempo, únicos… como todos los números, e infinitos, y… Extraño, ¿eh?

El otro día me acordé de ti, querido, al ver Revolutionary Road. La miseria y desesperación de Frank me recordó la tuya. Vuestros mundos tienen cosas en común. Te recuerdo moviéndote mucho, nervioso, inquieto y emocionado en esos años 20, reproducido en un film mudo, moderno y visionario, rodado en 1925. Sentado en tu mesa de oficina, rodeado de otros cientos, parecías un contable diferente, muy feliz, nervioso por vivir, especial. Por cierto, ¿cuántas veces habrá sido imitada esa escena, El Proceso, El Apartamento…?); te sentías diferente, brillante, estabas estudiando y no tenías nada que ver con los demás. Inmediatamente después de conocer a Mary, cogisteis un autobús para turistas, de esos en los que puedes subir y ver la ciudad desde lo alto. Le decías descarado: “Look at the crowd! The poor boobs… all in the same rut!.. I have a pain in the neck from most people, but you’re different”… Tú eras diferente, y ella también, igual que Frank y April. Desde lo alto del bus se veía bien a la masa danzar. Entre “ellos”, un “hombre expositor” disfrazado de payaso hacía malabares mientras exhibía un slogan para calzado… Os reíais de él: “The poor sap!.. And I bet his father thought he would be President!... Os llevabais bien Mary y tú, os sentíais diferentes. Cuando ella comunicó a su familia y amigos que iba a casarse contigo, respondió a los llantos con esta frase que tras conocer su historia resultará irónica y premonitoria: “No lloréis, no es mi funeral”…


Frank habita en los años 50, su vida no es diferente a la tuya, Sims. El sueño americano comienza y sigue… Lo que ocurre con Frank es que su film, está rodado en el año 2009, y eso se nota. Además, la visión del director es diferente. King Vidor, aunque realiza una de las más grandes obras maestras del género, construye un personaje demasiado ingenuo. Si Sims, eres demasiado ingenuo y estúpido. Sin embargo Sam Mendes, que no es un cineasta demasiado relevante y que tampoco ha realizado una obra maestra, construye un personaje bastante desgarrador. La derrota de Frank nos la tenemos que comer despacito y en primer plano, el resto de los acontecimientos permanecen a su espalda, en un segundo plano. Su procesión va por dentro y la tuya iba por fuera, exagerada, excesiva, inocente y algo ingenua, como el cine de tu época; pocos recursos y un poderoso lenguaje visual, metafórico, excelente…

“La muchedumbre siempre ríe contigo, pero solo llora un día por ti”.

Cuando vi por primera vez Y el mundo marcha de King Vidor era muy joven. Me sentí enormemente estúpida, idiota y absolutamente pequeña. Una mierda, vamos. La misma mierda que Sims. Me sorprendió que una película que había sido rodada hacía más de 60 años pudiera enseñarme tanto. Por aquel entonces tenía yo mi carrera recién terminada y comenzaba a darme de leches con la vida (con los objetivos y la realidad). El caso es que tenía un programa sobre cine en una emisora de radio libre y hablábamos de una edición especial de la revista Dirigido Por... en la que unos cuantos críticos de prestigio habían elegido sus 10 mejores películas de la historia del cine. Entre los votos salieron 10 y la de King Vidor era una de ellas. Y así la conocí.

Parecerá una tontería pero, desde entonces, gracias a esta peli y otras muchas cosas que van pasando por el camino, tiendo a no mirar a nadie por encima del hombro y a cuidarme mucho antes de lanzar profecías hacia los demás. Puedo coger mi nave espacial y sobrevolar el mundo y llamar a todo bicho viviente “gilipollas”, esconderme en las alcantarillas como una rata tras haberme tirado varios pedos letales, encajonarme en mi casa cuando ni yo misma quiero mirarme al espejo, sentirme enormemente diferente a los demás, agorafóbica, misántropa, superespecial…, pero nunca superior porque soy exactamente igual a todos estos que morirán en el mismo siglo que yo. Y todos ellos, salvo alguna excepción, seguramente… han sentido lo mismo alguna vez.

“Nunca dejarás de ser lo que eres”, me dije entonces. Y hasta hoy.

He leído una gran crítica (totalmente esquizofrénica) de Alejandro G. Calvo a Revolutionary Road en la revista Dirigido Por… Copio algunas ideas:

“Si Revolutionary Road rezuma vida por todos sus poros es porque nos habla con claridad de la propia muerte de la misma.

Veamos. El mundo es un sitio feo. Los compañeros de trabajo de Frank no son más que figuras desagradables… Los amantes de la pareja… son feos, estúpidos y desagradables. El mundo que tienen en sus manos Frank y April es precioso comparado con todo aquello que les rodea. De ahí sus ganas de emprender la revolución, dejarlo todo, huir hacia adelante y convertir sus sueños, por peregrinos que sean, en una reliada palpable. Pero no es posible porque el film de Mendes no versa alrededor de la esperanza, al contrario, el film es un relato desgarrador de lo que implica vivir, en otras palabras: madurar, envejecer, morir. Nada más”.

Como digo, Alejandro Calvo está iluminado…

“La película se divide en el momento en que Frank admite su derrota. Coquetea con la oferta laboral que le hace un alto directivo de la empresa, rie las gracias que le hacen sus compañeros de trabajo a propósito de su infidelidad, acaba viendo con buenos ojos el poder tener otro hijo… la humanidad de este personaje es lo que acaba resultando finalmente, y en todos los aspectos, devastador. He aquí una crónica de la madurez a la que no se le escapa un detalle: en ti está elegir lidiar o no con la vida, pero para cuando has pasado cierta edad, seguramente toca asumir que se han acabado las revoluciones”.

Como sigo diciendo, Alejandro Calvo está iluminado.

“A partir de ahí el trágico final de la película no es más que la expiación drástica de los errores cometidos y, bueno, eso… ya no me interesa tanto. Prefiero quedarme con ese último desayuno de la pareja: una puesta en escena brillantemente calculada por April donde se mezclan el zumo de naranja, los huevos revueltos y ciertas esperanzas de un futuro imposible. Ese desayuno es importante, porque es, definitivamente, la constatación absoluta de la miseria y desesperación humana”.

Lidiar con la vida… no con las estrellas… Ese es el problema, creer que hemos nacido con una estrella. Aunque esto tenga algo de cierto (lo de nacer al mismo tiempo que una estrella, ja, ja) hay una cuestión fundamental en esto de ser superespecial. Tanto Frank, como Sims, como yo misma, hemos pensado que la vida nos iba a tender una alfombra roja… para que pasáramos por encima. El tiempo nos pondría sobre ella… Otros sin embargo, se han dedicado a tejerla (ellos o esclavos que trabajan para ellos) con el fin de cobrarnos por pisar en ella. Ellos, muy probablemente, estén haciendo lo que quieren o lo que deben. Nosotros no, porque jamás sabremos objetivamente lo que queremos y tampoco tendremos un deber concreto que vaya más allá de nuestras necesidades físicas (amar, procrear, comer, beber…). La ambición debe cristalizarse en algo concreto, no andar por las nubes. Nos pasamos la vida pagando por poder pisar la alfombra o intentando ganar lo suficiente para poder hacerlo. Algo así es, supongo, quizás…

Aquí os dejo un corte de 2 minutos, con una de las mejores escenas de The Crowd (Y el mundo marcha) y el corte 2 (en Youtube está completa en 11 cortes), cuando conoce a Mary, se ríen de la humanidad y van al parque de atracciones... Por cierto, Youtube hoy va... y no va...



Comentarios

intinet ha dicho que…
Excelente exposición.

Me llevará un tiempo encontrar y ver todas las pelis que aún no he visto...

un saludo!!
Anónimo ha dicho que…
Bueno... no me hagas mucho caso. Hay gente que opina lo contrario... Visita este blog y el debatillo que me traigo.

Alp considera a King Vidor como un reaccionario... Y probablemente tenga razón. Te lo aviso :-)

Yo es que ni me fijo en esas cosas...

http://el-cuadernode-alp.blogspot.com/2009/01/revolucionary-road-sam-mendes-2008.html

Entradas populares de este blog

Rineke Dijkstra: Maternidad, tal cual.

Vertigo: Vera Miles vs Kim Novak - Hitchcock vs los "doctos"

Sentir y poder contarlo.