¿Por qué algunas cosas me sientan tan bien?

Si, es una pregunta interesante que me hago con frecuencia. Últimamente. Confieso que durante mucho tiempo no he tenido duda, ni la tengo ahora, sobre aquellas cosas que me sentaban mal; pero ha tenido que pasar el tiempo para que me pare a reflexionar un rato (un ratín vamos… unos segundillos) sobre aquello que me sienta bien y ¿por qué? Quizás antes no consideraba esto porque lo que me sentaba bien era todo aquello que no me sentaba mal, y sin embargo ahora -creo- es algo independiente que no necesita ser contrastado con nada más para adquirir entidad.

Me sientan bien cosas como ésta:

“La hipótesis de Riemann es un enunciado matemático según el cual es posible descomponer los números primos en música. Afirmar que los números primos tienen música en sí mismos es una forma poética de describir este teorema matemático. Sin embargo, se trata de una música claramente postmoderna”

Michael Berry
Universidad de Brystol


Creo que entiendo la frase; y solo Dios sabe que si tuviera otras vidas, o una vida más larga (y digo que solo Dios lo sabe porque eso de tener otras vidas o una vida más larga es un despropósito, y Dios sabe mucho de eso), haría lo posible por ser un matemático que entendiera ese párrafo y un músico que entendiera ese párrafo. Yo solamente he llegado a una música científica algo más caótica que la que ofrecen las mates (demasiado viva quizás); he rozado también una música metafísica de aficionado; y he intentado comprender y aprender (cuando ya no tiene entidad) una tradición artística fundada en esa música.

Nada de nada. Pero todo lleva a lo griego. Gracias a la mecánica de la representación y su tradición, gracias al dibujo, uno llega a los griegos: a Pitágoras, Euclides… y Platón sabía de ellos, y otros… Y esa música comienza a sonar de lejos, y se refleja en la vida.

La vida es como un rock and roll, y si lanzas mal a la chica o te excedes en un paso, todo se va al garete (eso sin contar con la posibilidad de que la superficie esté embarrada). Pero mientras bailamos rock, también podemos -de cuando en cuando- “mirar al cielo” (ja, ja) y ajustarnos a la elegante mecánica de un vals. Aunque parezca una danza automática, tiene su margen de libertad. Descubrirlo y sentirlo debe ser excitante. Muy excitante.

Adivino esa excitación (he practicado vals y rock durante poco tiempo pero suficiente para darme cuenta de que puede ser muy excitante). Y aunque crea no sentirla plenamente en tantas y tantas mecánicas practicadas con ligereza, creo que la férrea locura y concentración en el dibujo, la lectura, y el deseo (o tan solo necesidad) de comprender algunas abstracciones - verlas dibujadas en un plano grande sobre mi cabeza-, hace que al menos pueda pensar que no llego a experimentar la belleza, pero puedo verla desde el palco.

Y no sé qué es mejor.

Comentarios

david ha dicho que…
Me ha encantado este post. Sigue así! (Puede que esta frase sea demasiado futbolera para el trasfondo, pero me ha salido natural)
Quico ha dicho que…
¿a que huelen las nubes?...jajajaja es broma... me ha gustado mucho.
Raquel ha dicho que…
¿ por qué algunas cosas me sientan tan mal...?
bueno el artículo del "block"
Anónimo ha dicho que…
Me encantaría que esa frase me sentara bien.

Pilar

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