“In memorian” un tanto siniestro


Alan Turing no solo pensaba en construir una máquina calculadora universal sino en idear un mecanismo que fuera capaz de establecer la diferencia entre los enunciados verdaderos para los que existían demostraciones y aquellos enunciados que, como Gödel había descubierto, son verdaderos aunque sean indemostrables. Pensaba en la posibilidad de una máquina capaz de ahorrar a los matemáticos el riesgo de intentar demostrar un enunciado indemostrable… Y en el fondo de todo esto yacía la famosa Hipótesis de Riemann

Alan Turing, al igual que otros muchos matemáticos, tuvo que soportar interrupciones en su trabajo (el que a él le interesaba) debido cómo no a las guerras y los intereses que éstas mueven. Pero aún más…, tuvo que soportar una persecución que terminó en detención debido a ciertas peculiaridades de su naturaleza…

Aunque Turing se libró de la condena de cárcel gracias a la ayuda de alguno de sus colegas de trabajo, tuvo a cambio que someterse voluntariamente a un tratamiento con drogas para controlar su comportamiento… Escribió a uno de sus viejos profesores de Cambridge: “Dicen que reduce el deseo sexual mientras se aplica, pero que después se vuelve a la normalidad. Espero que tengan razón”.

El 8 de junio de 1954 Turing fue hallado muerto en su habitación, envenenado con cianuro. Junto a su cama había una manzana mordisqueada… Una de las secuencias cinematográficas preferidas de Turing era, en la versión de Disney de Blancanieves y los siete enanitos, la de la bruja mala preparando la manzana que hará que Blancanieves caiga dormida: “Pon la fruta en el veneno hasta que esté empapada”.

Y nosotros, brujas burlonas, hacemos una estatua conmemorativa del amigo Turing sujetando una manzana. Y decimos que ésta es símbolo de “la sabiduría”, del amor prohibido, y de la inspiración de Newton. Y la colocamos en el Parque de Sackville, en Manchester. Y decimos que es en memoria del padre de computar moderno.

Somos supermegachulos y megaguays y megacomprensivos. Oyes. No evitamos que alguien quiera morir gracias a nuestros insultos, desprecios e intolerancia. Lo matamos y después hacemos una estatua... con gracieta.

Las nota biográfica sobre Turing está extraída del libro "La música de los números primos" de Marcus du Sautoy.

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