Saatchi again...


Ryan Trecartin’s video “I-Be Area"

Como muchos sabréis, Damien Hirst ahora se lo monta solito y pinta calaveras. Y los críticos, que andan en busca de otras deidades (falsas, como todas), han triturado con saña la última obra del gafapasta. Cosa que a mí, me importa un pimiento, porque a mi el tipo me sigue cayendo bien. Y mira que no conozco en absoluto su obra y tampoco tengo el placer de conocerlo a él mismo ni siento deseo alguno por tal cosa…, pero me gustan sus gafas y está forrado de pasta y tiene 3 hijitos, qué leches.

También me cae bien Saatchi, aunque haya descendido del puesto 14 al 72 en la lista de los personajes más influyentes del arte mundial que elabora anualmente la revista ArtReview. Y como adelantaba en este blog hace unos días, su programita (School of Saatchi) está ya entre nosotros (al menos en la red). Así que, recomiendo el seguimiento de esta nueva fábrica de estrellas para todo aquel que desee saber lo que significa el Arte, cómo se crea Arte y cómo se vende. Porque lo que dicen los periódicos es mentira. Y lo que dicen los libros también. Y aunque nos entusiasmen las mentiras, es necesario (y saludable) agarrar el puntero de vez en cuando para devastar los legañones, frotarse bien los ojos y ver la realidad.

Charles Saatchi, es conocido como fundador de una agencia de publicidad conocida en el mundo mundial, pero también como coleccionista de arte, creador de la Saatchi Gallery y, sobre todo (para mí) como origen de la exposición Sensations que, durante cierto tiempo, fue la más importante muestra de arte emergente en Reino Unido. Saatchi se transformó en un “hacedor” de artistas que - cómo no - “revolucionarían” el arte británico. Y el seguimiento de esas exposiciones era fundamental para todo aquel que quisiera saber por donde iban a ir los tiros en el mundo del arte.

He puesto “revolucionarían” entre comillas porque, a estas alturas, para mí (no sé para otros) la idea de revolución no tiene sentido alguno en el mundo del arte. Al menos, no el sentido de “transformación” que debería tener. Los modos de producción de obras de arte han cambiado, pero la forma de consumir arte lleva siendo la misma desde los salones de París. Así que me parece demasiado pretencioso hablar de revoluciones artísticas, aunque los libros de arte hablen de esta forma para mantener el Arte con mayúscula. Porque las únicas “convulsiones” (que no transforman nada) en el mundo del arte las provocan las cifras astronómicas que alcanzan las obras en las subastas. Y precisamente esto es lo que busca Saatchi: agitar al personal. Porque damos por hecho que un Van Gogh tenga un precio de decenas de millones de euros (Los Girasoles), sin embargo nos escandaliza que adquiera este precio una obra de Basquiat y mucho más, una de Damien Hirst… Tragamos con que los libros de arte nos digan que Van Gogh era un genio, en lugar de un loco desgraciado, y no soportamos que un tipo listo se haga hoy rico incrustando diamantes en una calavera.

“Agitar” el mercado, crear tendencias, estimular al público y a la crítica. Del nuevo Reality Show que ahora se trae entre manos mi querido Saatchi, sé bastante poco, pero pinta muy bien. Lo más curioso (viniendo de Saatchi) es lo que destacan los medios: está buscando a la próxima Tracey Emin o Damien Hirst y la primera prueba para los 12 participantes fue un ¡dibujo del natural!, con resultados espantosos. Pero lo importante no es el resultado, sino cómo lo vendes… Los 6 que mejor vendieron realizarán obra para finalmente ser evaluada por un jurado de lujo… El ganador tendrá su obra en el Museo del Hermitage en San Petesburgo formando parte, supongo, de la muestra "Neolengua: British Art Now".

Todo un ejemplo de escuela contemporánea de arte. Los niños de Saatchi formando parte de un reality show. Todo encaja a la perfección. A ver si podemos ver los programas en directo, para disfrutar del experimento.

Tan sólo una anotación sobre los reality shows. Aunque este blog dista mucho de ser un espacio en el que yo vuelco mis opiniones personales, por una vez, voy a dejar una, aclarando que no debería opinar sobre este tipo de programas porque, aunque sé de su existencia, no los he visto nunca. Tan sólo he seguido dos de las temporadas de "Operación Triunfo" por razones que no vienen a cuento. El resto de temporadas he hecho un seguimiento discontinuo desconociendo por completo lo que ha ocurrido en las dos últimas. Dicho esto, mi opinión tendría mucho que ver con lo expresado por Juin en Perspicalia. El artículo se titula “La cámara en la nuca” y me parece una interesante reflexión sobre este tipo de productos y cómo pueden afectar a parte de la población que los sigue. Lo que más me interesa de su reflexión es la “interiorización” del personaje ante unas cámaras en ningún momento olvidadas; la pérdida de una identidad insignificante bajo ese “actuar” vulgar y mediocre; la virulencia de esa artificiosidad. Cualquiera que gasta su tiempo en hablar y comentar lo visto, se está limitando a imitar como un mono aquella experiencia superficial. Esa superficialidad que infecta al 90% de los personajes que me rodean, es lo que me espanta…

Dicho esto, creo que el Arte, todavía, permanece en un espacio muy alejado de nuestra vida cotidiana, de los frikismos y las ganas de destacar a costa de lo que sea. El Arte, aunque aparente superficialidad está muy lejos de ser superficial. Al menos, eso me parece a mí; y me reservo la opinión de por qué no es superficial y en qué aspectos. Pero habrá que ver lo que ocurre cuando la gente hable en las oficinas o tomándose un café sobre esos sinvergüenzas que van de artistas… Si nos paramos a pensar, “el artista” siempre ha estado muy por detrás de su obra, aunque siempre se hable del artista, lo intuimos y apreciamos a través (siempre) de su obra. Cualquier protagonista de un reality no tiene nada que ver con esto. No hay obra, no hay nada. Tan sólo es él. El que canta, canta…, pero es él en todo momento. Lo que hace importa una mierda (al menos, la música que hacen los cantantes de OT, porque lo que hacen los de gran hermano, factores x y demás programitas de granjeros y viajeros… importa mucho menos que una mierda). Son los personajes lo atractivo para el público. Espero que no sea este el objetivo último de Saatchi, crear personajes a los que imitar a través de la crítica. Sería el principio del fin del arte. El principio de su popularización (o sea, vulgarización) absoluta.

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