De nuevo, el metro y Bach

Falda ibicenca con volantes y puntillas de algodón. Camisa bordada en greca. Azul celeste. Rosas rojas con algún pétalo de sangre seca. Papel absorbente de celulosa guardando las rosas y zapatos ortopédicos. Azul turquesa. Una entera dama de azul y pelo canoso mal cortado guardaba sus rosas hoy en el metro, mirando a través de unas antiguas gafas de acero. Sin labios. Tan solo una porción de materia sobrante. Rebaba.

Muy de cuando en cuando, encuentro paisajes en el metro y vuelvo a recordar a Bach.

Quizás ya he dicho alguna vez aquí que escuchar a Bach en el metro produce una emoción difícil de objetivar. Uno se siente excepcional. Una especie de milagro asombroso parado en el tiempo. Un fenómeno efímero y único. Bach nos hace sentir así. Y ese es su milagro.

Hace ya mucho tiempo que dejé en este blog la sublime versión del preludio de la Cello Suite 1 que aparece en el film El silencio antes de Bach de Pere Portabella.

Hoy toca el preludio de la Suite 3 ni más ni menos que tres veces: Janos Starker, Rostropovich y Mischa Maisky. Ojo al minuto 2:23 - 2: 30 (depende de la versión)… momento excitante y muy diferente en cada uno de los intérpretes. Mi versión favorita es la de Robert Cohen, pero no la he encontrado. No sé si es la mejor, pero como es la que más escucho, me gusta más.






Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Pero qué rebien escribes. De las pocas personas que son capaces de transmitir sensaciones con pocas y precisas palabras. No pares. Mimi.

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