Tres imágenes, tres películas…
Vaya un acelere con la carrera a los Óscar. Ya comenté (bueno, destrocé) aquí el otro día The Black Swan (que cuenta con 5 nominaciones) y me guardo en el cajón (de momento o para siempre) La red social (David Fincher, 2010) y 127 horas (Danny Boyle, 2010) no por nada en particular, tan solo es cuestión de “empaquetar” (que tengo prisa). Bien es cierto que ninguna de las dos me ha sorprendido demasiado (o, mejor dicho, nada), pero tampoco lo han hecho las tres de las que voy a hablar (bueno estas me han sorprendido un poco más, la verdad, por eso hablo sobre ellas)… … Qué locuaz estoy hoy (me digo a mí misma), qué feraz, capaz, incapaz, sagaz, perspicaz, suspicaz y eficaz. No hay nada como trabajar como una mula de carga. Llega uno a casa después y las palabras fermosas y los razonamientos ingeniosos brotan como escarpias retorcidas en un madero viejo, hinchado y carcomido por el paso del tiempo... ¿Y qué tienen las tres pelis de las que voy a hablar que no tenga The Black Swan? Pues l