Superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? (Nicholas Carr, 2011).


He aquí un desestructurado post sobre un especialmente estructurado libro que trata de exponer la frivolidad/superficialidad de nuestra experiencia cognitiva en la World Wide Web (www).

Lo que más me está llamando la atención del librito de Nicholas Carr “Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?” es su marcada herencia. Ya comienza el autor reflexionando sobre su sometimiento a la red (como todos) desde los más tiernos inicios del www, resultando su libro todo un reflejo de cómo funciona una mente que se apoya en la red para escribir. El libro no habla sobre esto sino sobre lo que la red puede estar haciendo en las cabezas de todo bicho viviente, pero el cómo lo hace -a través de múltiples referencias a estudios neurológicos, cognitivos, psicológicos, sociológicos etc, etc… - termina pesando igual que pesan las múltiples ventanas abiertas de mi escritorio. Saturación cognitiva. Olvido.

Lo segundo es que, inesperadamente, el libro no resulta la crónica de un pesimista digital, un agorero que predice los males de la tecnología. Tan solo expone muy acertadamente los pros y los contras de tanta microatención microfragmentada.

Tercero. Me gusta la atención prestada al estilo y la profundidad de nuestro pensamiento. Al cómo procesamos. Aunque me falta un análisis del por qué, es decir, la base genética. Carr no tiene en cuenta que hay diferentes cerebros con muy diferentes capacidades. Tan sólo se centra en demostrar la plasticidad neuronal (cerebral): cómo nuestro cerebro se “adapta”, “moldea” y cómo esto influye en nuestra forma de pensar y de entender el mundo y resto de las cosas.

Cuarto y anoto: La diferencia entre la memoria a corto plazo (de trabajo) y a largo plazo (lo que recordamos y forma nuestros esquemas, patrones que aplicamos a la hora de entender, conocer, crear). Funcionamos con memoria a corto plazo y aprendemos cosas. Para poder pensar en algo ya aprendido o experimentado, el cerebro tiene que devolver la transferencia de la memoria a largo plazo a la memoria de trabajo. Sólo así somos conscientes de nuestro almacén. Pero la memoria no es un gran almacén de hechos, sucesos, impresiones que desempeña un papel menor en procesos cognitivos complejos como el pensamiento o la resolución de problemas. La memoria a largo plazo es la sede del entendimiento. Almacenamos hechos, conceptos complejos y, sobre todo, esquemas. Los datos dispersos se organizan en un patrón o sobre él. Nuestra capacidad intelectual proviene en gran medida de los esquemas que hemos adquirido durante largos periodos de tiempo. La profundidad de nuestra inteligencia giraría en torno a nuestra capacidad de transferir información de una memoria a otra, entretejiendo esquemas conceptuales durante el proceso. Internet, of course, no sirve a esta memoria a largo plazo. La lectura profunda si.

Internet sirve a nuestra memoria de trabajo. Quinto y sigo anotando: La cuestión es cuántos elementos podemos retener en nuestra memoria de trabajo. Si entendemos la información como un grifo, un libro - por ejemplo - sería un grifo de flujo constante y continuo; la red, sin embargo, consistiría en un montón de grifos. El resultado de la experiencia interactiva sería la incapacidad para retener tanta información (millones de grifos, pestañas abiertas, hipervínculos) y extraer conexiones con la información ya almacenada en nuestra memoria a largo plazo. Incapacidad de traducir datos a esquemas. Atontunarse.

Sexto. El autor menciona diversas, múltiples fuentes de sobrecarga cognitiva. Según Sweller dos son las principales: la solución de problemas superfluos y la división de la atención. Ambas estarían entre las principales prestaciones de la red.

Séptimo y fin: que todo esto impide el conocimiento y el aprendizaje profundos es una obviedad.

Dicho esto, dicho todo.

Y ahora mi reflexión particular.

1.- La tesis de Carr es simple y podría exponerse en tres páginas. Sin embargo él utiliza unas cuantas más para ofrecernos ejemplos que están muy bien, pero que cansan, saturan, sobrecargan igual que la red.

2.- Carr pone en la misma balanza dos cosas bien diferentes, a saber: la abstracción, la concentración, el ensimismamiento … el éxtasis… el hechizo, el asombro que uno siente al tragarse y digerir una obra de arte, el… ¡yo qué coños sé!… con la experiencia interactiva que supone navegar por la red o el estrés de un crucigrama, sudoku, angri birds, el Hola/Cuore/Semana/Lecturas/Diezminutos todosjuntos (esto último, of course, es mío propio) y realiza esta pesada desde el inicio, así que mal, muy mal.

Pongamos un ejemplo: mi experiencia con la www se asemeja (muy mucho) al paso a través de la puerta de una biblioteca pública, universitaria, nacional… Yo entraba excitada, buscaba varios libros, comenzaba a leer y anotar, me levantaba, buscaba nuevas referencias, miraba al chico de al lado, a la chica de enfrente, encontraba a un amigo, charlaba, me hacía la interesante preguntando por libros raros, me sentaba, leía, me excitaba, encontraba una referencia, me levantaba, buscaba el libro, lo encontraba… terminaba con 20 libros encima de la mesa, llegaba la hora de irse… cerraban… apuntaba los libros para no olvidarme de ellos y recuperarlos el próximo día… deseaba ver algunos vídeos… y no podía conseguirlos… tenía que esperar, encargar, visitar archivos de vídeo…

Ahora, en Internet, se consigue casi todo en pocos segundos. Y esto, no tiene nada que ver con el estrés mental que supone lo del Cuore que he dicho antes o la famosa superación de la curva del estrés laboral (que es más o menos lo mismo porque en el curro tenemos que atender a multitud de soplapolleces al mismo tiempo que terminan por petar nuestro cerebro gracias a una sobrecarga de mierda), por poner un ejemplo.

Nada tiene que ver nuestra experiencia (mi experiencia) internauta de twitter/facebook/google+/tumblr/blog/info y más info con el hecho de “leer”.

Lo dicho: lo que se consigue en Internet en pocos segundos tiene mucho más que ver con mi experiencia bibliotecaria de búsqueda que con una sobrecarga cognitiva de mierda. Carr en su estupendo capítulo “la página profundizada” viene a narrar cómo alguien que lee se hace “libro” cuando lee. Habla de esa experiencia profunda, lineal y capaz de generar ideas, de activar o llamar a esquemas mentales. A esa experiencia que nos hace abstraernos a algunos y de la que ya hablaré en otro post si me da la gana… La lectura. Una experiencia que cualquiera puede sentir al mirar el cielo, el mar, a sus hijos, a sus perros o a un plato de fabes con almejas… Experiencia estética, sublime, outoftheworld…. El proceso de leer con calma… Eso que el autor define/contempla (con referencias múltiples) como “practicar un proceso antinatural de pensamiento que exige atención sostenida, ininterrumpida, a un solo objeto estático….””Punto de quietud en un mundo que gira”” T.S. Elliot. La capacidad de concentrarse en una sola tarea sin interrupciones representa una anomalía en nuestro desarrollo psicológico…”

Y como no tiene nada que ver, no hay por qué alarmarse con la dispersión profunda que supone navegar por la www. Uno no recuerda nada, pero ¿por qué hay que recordar algo de la www? Los recuerdos (y las experiencias) vienen de otras (muchas) partes. Y pobre del que no lo sepa.

Comentarios

QUICUS ha dicho que…
Muy interesante darling.

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