Melancolía. Lars von Trier y el fin del mundo. O quizás de uno mismo.


No sé si lo he dicho alguna vez ya, Lars Von Trier me toca las narices, las pelotas, me irrita, me pone enferma… Por eso, me gusta.

Reconozco que Anticristo me dejó bastante tocada, al igual que Dogville. Ambas pelis me hicieron pensar mucho, me agitaron la cabeza y me confirmaron que este tío (Lars) está loco, tanto como yo. Y uno prefiere saber que no está solo en el mundo. Que hay gente capaz de comerse el tarro de la misma manera y, además, crear cosas hermosas, bellas. Y ya, ya sé que el cine de este pollo provoca escándalos y es criticado hasta la saciedad por la mayoría… Pero resulta que a mí, Lars, no me parece ningún gilipollas. La mayoría, sí.

Me anima soberanamente el título de su último film: Melancolía… toma ya. Y además, me anima mucho más que se lance de lleno hacia el cine apocalíptico, con destrucción del mundo incluida. Esto, en sus manos, suena a orgasmo.

Así que, de momento, me limitaré a poner el trailer y a encerrarme en una habitación vistiendo camisa de fuerza hasta que mis cienmilmillones de ocupaciones me permitan largarme a ver esto conmigo misma en pantalla grande.

Es mucho el ansia que padezco, dicen que el film de Lars es una especie de reverso oscuro y angustioso de esa otra que me espera, El árbol de la vida de Malick. Pufff.

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