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Mostrando entradas de febrero, 2012

Conversaciones en twitter y el despotismo de los famosillos.

No puedo evitar plantar aquí una "conversación" que acabo de tener en Twitter. No mencionaré el nombre del "periodista y divulgador" porque no viene a cuento. Digamos que él es "famoso" en internet y nosotras, las dos mujeres que osamos responder a "sus" tuits, somos desconocidas. En mi caso (a la otra chica no la conozco) diré que soy (en lenguaje popular, para que todos me comprendan): mujer, atea, feminista, con el corazón dividido entre liberales y progres, con doble licenciatura en ciencias y letras y experta en marketing y publicidad, casada y madre de dos hijas. En realidad no soy nada de esas cosas (bueno, las cuatro últimas sí), los que me conocen por este blog sabrán que jamás me llamaría atea y feminista, medio liberal o medio progre porque precisamente el mero hecho de calificarme como tales cosas me haría comulgar de alguna manera con aquello que suponen esos calificativos, y se escuchan y leen tantas aberraciones que una no está par

The Help (Tate Taylor, 2011). La vida no es un viaje de héroes.

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Me resulta complicado (sobre todo a mí, que soy supercompleja) terminar The Help sin darle 5 minutos al tarro. Aclaro que “darle”, en mi caso, significa eso literalmente: darle un golpe, menearlo para que se descoloquen un poco las piezas y vuelvan a juntarse, a ser posible, de forma diferente a la inicial. The Help cuenta la historia de unas sirvientas y sus señoras a principios de la década de los 60 en el estado de Mississipi. Por supuesto, las sirvientas son negras y sus señoras blancas. Una de estas “señoritas”, la joven Eugenia "Skeeter" Phelan, acaba de graduarse en la universidad y al volver a su pueblo encuentra que la diferencia que la separa del resto de las chicas con las que creció (todas casadas, con niños y sirvientas) es más grande que el desierto del Sahara. Skeeter está perfectamente integrada en el “sistema” de su pueblo, no nos engañemos (su madre fue miembro honorífico de las DAR ladies), solo que… parece sentir por sí misma. Más allá de las ataduras soci

Cómo sobrevivir escondiendo la mierda bajo la alfombra.

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Muy recomendables ambas partes de este asombroso documental: Dangerous Knowledge. Se hace honor a cuatro grandes que lo merecen: Cantor, Boltzmann, Gödel y Turing. El primero se volvió loco, el segundo se suicidó, el tercero también (y en unas condiciones que reducen el drama de Oscar Wilde al chiste) y el cuarto se dejó morir de hambre. Mucho, mucho, mucho he aprendido yo sobre todo de tres de ellos. Y eso que no tengo ni idea de matemáticas. Son un modelo de valor y lucidez, porque enfrentarse en su tiempo a esa idea de que la única certidumbre es la incertidumbre, debería ser algo bastante chungo (sobre todo para los creyentes). Lo malo es que no cayeron en lo más simple. Algo que tiene que ver con esa paradoja de la autorreflexión, con superar nuestras propias limitaciones, con superar todas las paradojas que surgen de la consciencia de uno mismo, con escapar del vicio de dar vueltas sobre lo mismo (y es que, en el fondo, no somos máquinas pero algunos se comportan como si lo fuera

Cómo mola ser misterioso. Beginners (Mike Mills, 2010)

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Hoy nota rápida para una peli que se ve rápidamente también. Obra de Mike Mills, se llama Beginners , y en algunos rankings figura entre lo mejor de 2011. Cuenta, creo, con una candidatura al Oscar al mejor actor de reparto para Christopher Plummer y, teniendo en cuenta que el octogenario no se ha llevado ninguno, es bastante probable que esta vez, se lo lleve. Cuenta Beginners la historia de un chico y una chica raritos, misteriosos, que se conocen y se enamoran. Como son raritos y misteriosos, la cosa se complica, que si sí, que si no… hasta que por fin, le echan huevos y terminan juntos. ¿Por qué son raritos y misteriosos? Por nada en particular. Simplemente han sufrido mucho, muchísimo y eso les hace “antisociales” entre comillas. Es decir: venid a mí que yo ya veré si tengo huevos para vivir una amistad o una historia de amor o lo que sea como una persona normal porque, como he sufrido mucho, no tengo claro si quiero estar contigo aunque puedes acostarte conmigo pero no sé, tengo

Para ser feliz, hay que tener algunas cosas presentes.

Dino Buzzati, El desierto de los tártaros . Tendido en el camastro, fuera del halo de la lámpara de petróleo, mientras fantaseaba sobre su propia vida, a Giovanni Drogo lo asaltó repentinamente el sueño. Y mientras tanto, precisamente esa noche -oh, si lo hubiera sabido, quizá no tendría ganas de dormir-, precisamente esa noche comenzaba para él la irreparable fuga del tiempo. Hasta entonces había avanzado por la despreocupada edad de la primera juventud, un camino que de niño parece infinito, por el que los años discurren lentos y con paso ligero, de modo que nadie nota su marcha. Se camina plácidamente, mirando con curiosidad alrededor, no hay ninguna necesidad de apresurarse, nadie nos hostiga por detrás y nadie nos espera, también los compañeros avanzan sin aprensiones, parándose a menudo a bromear. Desde las casas, en las puertas, las personas mayores saludan benignas, y hacen gestos indicando el horizonte con sonrisas de inteligencia; así el corazón empieza a latir con heroicos