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Mostrando entradas de enero, 2016

Pan y circo.

Antes de nada voy a pedir a cualquier alma sensible que haya comenzado a leer este post abandonar la tarea de inmediato. Lo mismo debe hacer todo aquel menor de 30/40 que espere año tras año la llegada de los Magos de Oriente con ilusión extrema e inmutable hasta tal punto que mataría a cualquiera que moviera una figurita de su Portal de Belén o sustituyera un polvorón de la despensa por un Ferrero Rocher. También voy a aclarar que he leído los evangelios (todos, el de Mateo también, hace mucho, sí, pero leídos están), que he disfrutado como una posesa durante mi infancia de esa gran fiesta en la que amanecía lanzándome como loca al salón de mi casa para descubrir el “tresillo” lleno de regalos, que me lo creía y que dejé de creérmelo bien joven (allá por los 7 u 8 años, si no antes), que seguí disfrutando como una posesa aún consciente del engaño, que ha pasado el tiempo y ya me aburro pero que, aun aburriéndome, conservo “la tradición”… Bien, tras el disclaimer entro al gran