COVID Days 1 - Atontamiento y dolor.

Me dice mi padre, ¿qué tal estás? Y le respondo, igual que ayer. Joder igual que ayer, me dice, y le digo si... ¿qué esperas que haya pasado desde ayer?

Mi padre tiene 27 años más que yo. Ni siquiera recuerdo cuando comencé con este blog. ¿Fue en 2006 o 2007? Ni puta idea... No sé si tendría ya yo 40 o 39 o 38. El caso es que mi padre tenía 27 años cuando yo nací, así que si no calculo mal, deberá cumplir 81 años el próximo mes de Marzo. El 1 de Marzo exactamente. Yo cumpliré 53 en Abril.

Cuando empecé a escribir este blog me sentía todavía joven y lozana. La gente me echaba 10 años menos. Aparentaba estar yo en la década de los 20. Cercana a los 30 si, pero en la de los 20. Joven. Punto. Lozana. Primaveral. Con ya casi 53 me he dado cuenta de que aquel regustillo que siempre aprecié desde que tengo uso de razón. Esa COSA de estar sentado en un banco como un viejo al solete en pleno día de invierno hundiendo mi pronunciada barbilla bajo la cremallera del plumas. Ese meter las manitas muy adentro en los bolsillos, marcando mi cintura, apretando como si no hubiera mañana, cerrando los ojos y mirando al sol tras los cristales de mis gafas. Ese churrascamiento en pleno frío. Esa energía de gratis. Ese Sol Invictus... es lo UNICO que puedo celebrar. Ahora. A mi edad. 

Hasta puedo celebrar usar los signos de puntuación como me venga. O como me revenga.

Hace unos 5 años, allá por 2013, 2014, 2015 me sentía igual de joven. Es más, me sentía MEJOR que cuando tenía 39 que aparentaban ser 29. Pero señores, esta tensión psíquica es difícil de mantener. Tengo, tendré 53 años en un par de meses y mi padre me preguntaba hoy ¿qué tal estás? y yo le respondí, igual que ayer. Ayer significa hace 3 semanas, porque yo no hablo con mi padre a diario. Nunca lo hice y sería estúpido hacerlo ahora.

Le decía a mi padre, por decirle algo, que me aburría. Mucho. Que todo el mundo habla sobre Covid y PCRs, que nadie quiere salir, que los que quieren salir pelean por sus momentos de ocio. Que esos momentos de ocio, por múltiples razones, ya no incluyen a mi persona.

Trabajo. No hago otra cosa. Soy afortunada de poder tener un entretenimiento que podría ocuparme 24 horas al día. Pero trabajo sola, aislada, frente a un ordenador.

Me aburro papá. Pues lee un libro. Llevo tiempo sin leer. Demasiado tiempo. No me interesa leer. A mis casi 53 años me interesa vivir. Pero joder... cómo cuesta vivir sin energía. Me he pasado la vida buscando puntos de carga. Charging solutions. Porque la energía tiene diversas "formas". Multiples formas.

Me falta energía papá. Sola puedo. Sigo pudiendo pero necesito "alimentarme". Y con los años, uno... comienza a criar verrugas... pero no simples verrugas... epidemormodisplasias verruciformes que al final, dificultan la movilidad. 

Así me siento, llena de verrugas. He decidido dejar un blog aséptico, sin menús, sin posibilidad de mirar atrás, de buscar por categorías, áreas temáticas. Años. Tiempo. Cualquiera que lea esto se encontrará con un pasado similar al del enfermo de Alzheimer. Un vacío que lo llevará a 2016. A partir de ahí, suspiro a suspiro, quizás pueda adivinar lo que quedó atrás. Lo que eso que escribía era y se fue.

Hoy ya no queda nada de eso. Absolutamente nada más que un poso de múltiples borradores descartados. Así que quizás, si el Alzheimer nos deja, comencemos a apuntar aquí los calambres que sentimos. Porque en estos momentos, tan solo sentimos eso. Calambres, incertidumbre y una enorme falta de movilidad debido a una carencia absoluta de energía.

Voy a ver si tirando de alcohol y cenizas, podemos escribir algo.



Dedico esto a mi amiga, que me dijo el otro día que escribiera. Lo que sea. Y a otro amigo. Esto es lo único que puedo ofrecer a día de hoy. Ya veremos.

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