El alejamiento como doctrina.
Llegados a este punto creo que voy a cerrar temporalmente (o definitivamente) este blog.
Acabo de terminar Anna
Karenina y la verdad es que no tengo nada que decir. Lo que sea descansa en mí
y, como dice Levin, hay revelaciones incomprensibles para la razón. Sentimos cosas
inexplicables con palabras; cierta clase de conocimiento que parece estar
vedado a la razón.
También escucha una Ana
abstraída en sus propios pensamientos (y poco antes de tirarse bajo un vagón en
marcha) la voz de una mujer diciendo “Por eso le ha sido dada al hombre la
razón, para librarse de lo que le inquieta”… “Librarse de lo que le inquieta”,
repite Ana…
Se dice Ana “¿Por qué no
he de de poder apagar la luz cuando ya no hay nada que mirar, cuando solo
siento asco de todo?... Y…, por qué gritan esos jóvenes, y por qué hablan, y
por qué ríen… Todo eso es mentira, engaño y maldad…” Tal es su enajenación (aunque ella piense en "razón").
Hay algo de soberbia en
ambos personajes. Diferentes furores pero furores a fin de cuentas. Cierta violencia,
rabia, frenesí… Mucho más controlada en un caso que en otro. Igual desesperación, diferente somatización.
Ana Karenina podría
haberse llamado Konstantin
Levin, personajes complementarios que profundizan sobre la vida y la muerte y
se enfrentan a la vida social (de maneras muy distintas). Solo ellos dos
parecen sentir la necesidad de congelar el tiempo, con lo vivido y sentido, percibirse
en un entorno íntimo y someter todo a análisis. Ambos son egoístas hasta la médula…
supongo. Ambos hallan salidas diferentes... (muy dignas de largo análisis).
Hay
hueco para más en la novela, para menos egoísmo. Recuerdo gratamente el pasaje
en el que Dolly visita a Ana. Esa Dolly con su vestido zurcido que se siente
incómoda y fatigada ante el artificio que rodea la vida de Ana… Una Dolly
avergonzada que huye corriendo hacia sus hijos y un día a día de cuidados, conservas y dignidades perdidas (también ganadas).
Me identifico con todos,
hasta con ese “pueblo” cuya voluntad (y, por lo tanto, la expresión de la
misma) se cuestiona.
En fin, que me voy con mis cosillas. De
Rusia me paso a USA con El Gran Gatsby para luego volver a Rusia, que tengo
cosas pendientes. O no. A saber.
Esto comenzó siendo un
Aterrizaje Forzoso. Arregladas las averías con unas tiritas, salgo escopetada porque me he quedado sin aire aquí abajo. De hecho, borraría más de un post, pero aquí se quedan.
Un placer. Si consigo repuestos volveré algún día.
Comentarios
Un abrazo
Yo me compré una edición especial de Austral por el formato. Ni me fijé en la traducción, pero ahora que lo dices, quizás compre esa que dices de Víctor Gallego y compare algunos párrafos, o todos. Es verdad que leyéndola había algunas cosas que me chirriaban. Yo no sé si es innegociable o no. Ya te digo que me cuesta decir por qué me gustan algunas novelas (o ensayos, o filosofía, o lo que sea). Supongo que porque me arrastran a un fondo con un peso de 50 kilos y vuelvo a salir a la superficie cuando termino. Algo que le ocurre a todo el mundo, pero en mi caso, no es precisamente por ese famoso “es que engancha”…
El Gran Gatsby, justo después de esto, no tiene nada que ver. Aquí si he pillado una nueva traducción de Justo Navarro que parece ser mejor que la tradicional. Con tiempo, sin embargo, debería leerla en inglés. Depende de lo que me guste. Aquí si que noto más cómo el lenguaje y estilo (por llamarlo de alguna manera) te mecen. La Karenina es otra cosa bien diferente. Pura reflexión, puro diálogo con seres de hace más de un siglo que sienten como tú. Es de esas novelas que te hacen sentir que hablas con muertos y que te llevas mejor con ellos que con los vivos que te rodean, como ya he dicho alguna vez en el blog. Tal y como dices, Gatsby es más “impresionista”, Tolstoy es Velázquez o Rembrandt. Más Rembrandt diría yo.
Sinceramente, quiero parar con esto porque no me sale escribir nada y, además, cuando lo hago luego me arrepiento. Creo que lo malo es que leo demasiadas cosas en la red y luego comparo y me pongo a temblar.
Pero bueno, guardo cierto orgullo así que cuando me apetezca escribir, lo haré :-) Tan solo me falta inspiración. Lo mismo es dentro de dos semanas, lo mismo dentro de tres meses, lo mismo nunca.
Fíjate, ahora pienso que hubiera estado bien y muy en mi estilo comparar Ana Karenina con La montaña mágica, jaja... En fin. Espero inspirarme pronto.
Muchas gracias por tu comentario. Encantada de haber compartido reflexiones.
http://ebookbrowse.com/tolstoi-leon-calendario-de-la-sabiduria-pdf-d175786440
Cuando se hizo viejo Tolstoi rechazó toda la literatura que había escrito y se concentró en la religión y la filosofía. Yo leí hace muchos años Anna Karenina (y El gran Gatsby) pero no recuerdo casi nada. No me dejaron huella. Yo siempre te leeré, escribas mucho, poco o nada. Saludos.
Si lo pienso… no creo que Anna Karenina me deje mucha “huella”. He leído la novela por razones que van más allá del mero interés literario y digamos que me ha ayudado a completar algunas cosas. Joder, voy a tener que escribir un post explicando esto.
Si en verdad Tolstoi habló de sí mismo bajo el nombre de Levin, imagino que jamás terminó satisfecho.
Ya tengo el pdf que me has pasado y lo consultaré con frecuencia. Mil gracias.