Con la miel en los labios


Pero a lo que iba. El otro día fui a la fundación Juan March a ver la exposición que presenté hace unos días sobre el libro de Rosenblum y el romanticismo nórdico. Siento decir lo mismo que ya dije, son obras sobre papel y piezas pequeñas, bocetos en su mayoría. Uno entra en la sala y se encuentra un montón de dibujitos y mareas más o menos lúgubres, paisajitos hechos en 5 minutos que no dejan de ser un ensayo de forma y color. Más o menos nada.

Hay dibujos graciosos, minuciosos análisis de la naturaleza: árboles más o menos frondosos, cielos nubosos... un estupendo boceto de Friedrich para su "Abadía bajo unos robles" el dibujo pequeñín de John Christian Claussen Dahl "Abedul en una tormenta". Pero no son nada al lado de los grandes dibujos que han dejado muchos artistas. Solamente pueden interesar por la firma y el momento "estoy en la March, esto es arte" que por su verdadera calidad. Siempre digo que muchos dibujos gustan si dibujas. Bueno pues yo dibujo y no me sorprendieron.
Un ejemplo pasmoso: hay una serie de "piezas" de Rothko, un pintor difícil... Creo que fue en el 2000 cuando pasé la nochevieja en Barcelona y pude ver una exposición de cuadros de Rothko. Todos juntos, enormes, con sentido. Es un pintor difícil para mí por dos razones básicas: abstrae con color, no con líneas; estaba desesperado y obsesionado (lo dice su pintura, yo no he estado en su cama). La mayoría de sus cuadros maduros muestran dos espacios y la línea de horizonte suele ser variable, además de los colores.

De las acuarelas de Turner no hablo porque me duele. Mejor no verlas. Y el tipo es otro monstruo... hay que irse a Londres.
En definitiva. O se está profundamente enamorado, te has leído el libro de cabo a rabo y has admirado las obras de estos tipos por el resto del mundo, o la exposición te deja más seco que la mojama. Eso sí, has estado en una exposición. Ya has hecho algo "culto" durante el día.
Comentarios
Esas "pequeñas" obras me parecieron tan soberbias como el montaje, al que le pediría, por favor, que otorgara un gran valor didáctico.
Desgraciadamente, sólo pude visitar la mitad, a la que le dediqué menos tiempo del requerido. Volveré. Solo pediría en mi segunda visita no volver a escuchar comentarios como: "Estas son las acuarelas que hizo Turner antes de pintar los cuadros buenos" o "Ese es el iceberg contra el que chocó el 'Titanic'"
Visitar la exposición nos abre puertas a los legos. Por ejemplo, pasar de largo por las obras del señor Runge y, al dedicarle un segundo, ver una luz mística irradiada desde dentro. Más tarde, en una agradable conversación, me cuenta una querida amiga que Runge, trabajaba con maquetas tridimensionales.
En fin; conocer el trabajo "de campo", si me permite la expresión, de los grandes, es un lujo que no deberíamos pasar por alto; si acaso, nos podríamos preguntar que opinarian los artistas de la muestra de algunas obras: cuando fueron rapiñadas de los estudios o vendidas por descendientes avariciosos.
En cualquier caso, para muchos contemplarlas es un gran placer.